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Solomón Elias vive en la frontera entre Mozambique y Suazilandia, donde una de cada cuatro personas es seropositiva. Es militante y trabaja informando sobre la necesidad de usar el preservativo a familias que nunca han visto un condón. Cuando Solomón abandona la a

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Hoy, 30 millones de africanos son seropositivos y tres millones y medio fallecen cada año en un continente que se desangra.
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Elisa Verdú es una médico española que lleva diecisiete años luchando contra el SIDA en una de las zonas rurales más pobres de Mozambique. El 73% de los enfermos que llegan a su hospital son seropositivos: "lo más dramático es que cada vez tenemos más abuelas con nietos. Tenemos una generación entera entre los 15 y los 25 años que desaparece". Elisa es muy pesimista sobre el futuro del continente: "esta epidemia sólo se puede superar con mucha educación y cambiando los hábitos sexuales de los africanos, y ni una ni otra cosa son nada fáciles porqué no hay dinero para conseguirlo", sentencia.
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Mozambique tiene 600 médicos y más de 25.000 curanderos. En las áreas rurales la gente acude antes a la medicina tradicional que a un hospital; es lo que tienen más cerca y lo que han hecho siempre. Pero la mayoría de curanderos están desconcertados con el SIDA. Carmona Chongo es 'masión', una iglesia que mezcla rituales cristianos con cultos animistas; tiene su propio remedio: un ungüento mezcla de plantas y bebidas alcohólicas que introduce por el ano de los enfermos. Todos sus clientes han fallecido.
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"No quieren creer que tienen el SIDA. Si con tratamiento mejoran un poco, vuelven a tener relaciones sexuales sin preservativo y extienden más la enfermedad". Adela Orea es una médico mexicana que atiende a muchos mozambiqueños que trabajan como mineros en África del Sur. Hay 40.000. Allí contraen el SIDA y cuando regresan a casa infectan a sus mujeres. "Carne, carne, no quiero condón, yo lo hago carne a carne", dice un minero cuando un colaborador de la Orden Bonaria le ofrece un preservativo.
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En Mozambique hay un millón de personas seropositivas, pero sólo 2500 tienen acceso a tratamientos con antiretrovirales, medicamentos que convierten el SIDA en una enfermedad crónica. Sin antiretrovirales el enfermo muere. Este tratamiento, generalizado en los países ricos, es una anécdota en África. En Mozambique han llegado gracias a dos ONG's, el gobierno no tiene dinero. En África hay 30 millones de afectados que morirán durante los próximos años.
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Lidia Timoteo es maestra en Mozambique y participa activamente en campañas de prevención del SIDA entre sus alumnos. Está desconcertada: cuanta más

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"La gente no dice que es seropositiva porque teme ser estigmatizada, teme la discriminación". Ussene Isac sabe de que habla, trabaja en el Gabinete de asesoramiento y análisis voluntario de Ndaleva (Maputo). Aquí la gente se somete al test del SIDA de forma anónima. "Si el resultado es positivo, muchos esconden el resultado a su pareja", dice Isac. Es el caso de Silvia Pina. Acudió al centro porque desconfiaba de su novio: "va con muchas chicas y no me fio de él". El test ha dado positivo y Silvia no piensa decirle el resultado a su pareja ni a su familia.
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La enfermedad ha cambiado la estructura social de África. La desaparición de una generación ha hecho que los niños, muchos de ellos seropositivos, se críen con los abuelos o sean abandonados a su suerte.
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Tribus como la de los guerreros Massai han tenido que cambiar su herencia cultural ya que la epidemia ha empezado a amenazar su supervivencia. Ellos que un día eran espíritus libres, sexualmente muy activos, están en el proceso de cambiar o morir.
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La estructura familiar africana, basada en el matriarcado, se ha derrumbado también: La mitad de los nuevos infectados son jóvenes entre 15 y 24 años, la mayoría de ellos son mujeres. En África, la enfermedad se transmite sobre todo a través de las relaciones heterosexuales en las que las mujeres son más propensas a ser infectadas, ellas son las grandes víctimas de esta epidemia. En algunas zonas entre el 60% y el 80% de las prostitutas son seropositivas. Estas mujeres son victimas por partida doble. Por un lado tienen muchas posibilidades de contraer la enfermedad ya que los clientes les pagan más si no usan preservativo y por el otro, en muchos casos dan a luz a hijos seropositivos que formaran parte de esos 12,5 millones de huérfanos africanos.

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Esta situación es la habitual en África, pero con el consumo de medicamentos, que sólo cuestan 1 €, las madres seropositivas no transmitirían la enfermedad a sus hijos.
En el año 2002, el SIDA mató a 2.800.000 africanos de los cuales una gran mayoría hubiera sobrevivido con los recursos necesarios, recursos que están al alcance de todos en Occidente.
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Bostwana, un país de 1,7 millones de habitantes y rico en minas, tiene casi la mitad de la población afectada y el riesgo de muerte de SIDA en los jóvenes que ahora tienen 15 años es del 90%.