Un estudio reciente pone de manifiesto las consecuencias humanitarias del recrudecimiento del conflicto en la franja de Gaza. En la zona de Rafah, cercana a la frontera con Egipto el 70% de lo menores de dos años tiene anemia (en 2004 eran sólo el 46,5%) y al menos el 22% carece de otros micronutrientes, lo que impedirá un desarrollo sano de la población en esta zona.
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El 9,2% de los niños padece de bajo peso. El 41,3% de las mujeres embarazadas, por otra parte, tien
e déficit de hierro. Aunque estos niveles no suelen alcanzar los niveles alarmantes de la malnutrición aguda, sus consecuencias en la salud pública de la población serán patentes en el futuro.
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En Rafah hay cada vez más niños enfermos y, aunque no hablemos de niveles de desnutrición severa, la población es consciente de que algo está pasando.No obstante – continúa- la situación podría mejorarse si cambiasen algunos hábitos alimenticios, como el número de tés que beben las mujeres embarazadas o el hecho de que a menudo cedan el trozo de carne disponible al marido para alimentarse ellas con una patata, por ejemplo.
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Para Carlos Fernández, responsable geográfico para Territorios Palestinos en Acción contra el Hambre, "no hay duda de que la crisis política y financiera palestina, por un lado, y el cierre temporal de los pasos de entrada a la franja, por otro, están deteriorando las condiciones de vida de la población civil".
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Desde la Segunda Intifada la prevalencia de malnutrición crónica ha aumentado del 9,4% al 14% entre la población. "Esto –puntualiza el director de Operaciones, Manuel Sánchez-Montero- es una falta de responsabilidad por ambas partes en conflicto al derecho inalienable de las personas a la salud y al acceso a alimentos".
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El 9,2% de los niños padece de bajo peso. El 41,3% de las mujeres embarazadas, por otra parte, tien

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En Rafah hay cada vez más niños enfermos y, aunque no hablemos de niveles de desnutrición severa, la población es consciente de que algo está pasando.No obstante – continúa- la situación podría mejorarse si cambiasen algunos hábitos alimenticios, como el número de tés que beben las mujeres embarazadas o el hecho de que a menudo cedan el trozo de carne disponible al marido para alimentarse ellas con una patata, por ejemplo.
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Para Carlos Fernández, responsable geográfico para Territorios Palestinos en Acción contra el Hambre, "no hay duda de que la crisis política y financiera palestina, por un lado, y el cierre temporal de los pasos de entrada a la franja, por otro, están deteriorando las condiciones de vida de la población civil".
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Desde la Segunda Intifada la prevalencia de malnutrición crónica ha aumentado del 9,4% al 14% entre la población. "Esto –puntualiza el director de Operaciones, Manuel Sánchez-Montero- es una falta de responsabilidad por ambas partes en conflicto al derecho inalienable de las personas a la salud y al acceso a alimentos".