La sharî’a, la ley islámica, significa en primer lugar “camino”, el camino que lleva a Dios. Se sabe asimismo que era el término usado por los judíos árabes para traducir el término Torah. La traducción del término sharî’a por “ley” solamente resulta correcto si no se olvida que más que una lista de leyes concretas, son la sharî’a los principios reguladores de la sociedad musulmana. Tales principios no se encuentran agrupados en ningún libro sagrado, sino que hay que buscarlos entre los versículos del Corán, los hadîth (actos y declaraciones de Mahoma), entre las leyes deducidas por analogía con otras (qiyâs), y entre la decisiones por consenso de la comunidad (ijmâ). Con todo este mate
rial, los juristas han de concretar las leyes para cada época y cada situación. Esto reclama un “esfuerzo” (ijtihâd) de interpretación y aplicación de los principios legislativos.

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Los juristas agruparon los principios en libros de derecho (fiqh) y así aparecieron cuatro grandes escuelas jurídicas (s. VIII-IX): shâfi’îtas, hanbalitas, hanafitas y malikitas. Estas cuatro grandes escuelas han dado pie a la división más importante existente dentro del islam sunnita, que representa el 90% de todo el islam. Los distintos países han elaborado leyes más o menos estrictas de acuerdo con la escuela jurídica adoptada. En el Magrib ha dominado la escuela malikita; en los países del antiguo Imperio Otomano, la escuela hanifita; y en Arabia Saudí, la escuela hanbalita, la más rigurosa.
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De todo ello, cabe concluir que no existe una sharî’a concebida como una lista clara y concreta de leyes a aplicar. Podríamos decir que la sharî’a es la ley de Dios y los códigos de derecho (fiqh) el esfuerzo humano para comprenderla. Hoy día son pocos los países que toman esos códigos antiguos como base de su legislación. Arabia Saudí es uno de tales países. La mayor parte se limitan a adoptarlos para temas de derecho matrimonial y familiar y para cuestiones de herencia. Fuera de tales casos, la sharî’a es difícilmente aplicable en las sociedades modernas. Es tal la complejidad de estas sociedades que la sharî’a deja demasiados huecos legales sin definir.
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Los pensadores modernos musulmanes acuden a este hecho para fundamentar islámicamente la teoría del islam como una religión sobre todo interior y espiritual. Dios, de haber querido determinar toda la vida social, hubiera dado más claros preceptos. Abdou Filali-Ansary, intelectual marroquí, se siente profundamente cuestionado por el hecho que el Corán contenga menos de 500 preceptos, mientras el Antiguo Testamento tiene 613 y el Código de Derecho Canónico más del triple.