La Nación Arabe (la ‘Umma) es el sueño de todo buen musulmán. Equivale a los esfuerzos ecuménicos cristianos, pero con la diferencia de buscar también la unidad política bajo la dirección de un solo Califa. El sueño consiste en restablecer la unidad de los primeros años del islam anteriores a la división entre chiítas, sunnitas y kharijitas. La gran mayoría admite que la realización política del islam degeneró ya lejos del ideal musulmán a partir del quinto califa. El fin del Califato Otomano (1924) hizo entrar en crisis el ideal de la Nación Arabe. Las esperanzas de que dicho imperio unificase el mundo musulmán habían fracasado. La voluntad de mantener la unidad de la lengua árabe de los medio de comunicación, no sólo está enraizada en la sacralidad del árabe alcoránico, sino en una voluntad política unificadora.
En el momento actual, el resurgir de los nacionalismos, la importancia creciente de la lengua beréber en el Magrib, y el distanciamiento progresivo de los “árabes dialectales” respecto del árabe clásico, constituyen impedimentos importantes para conseguir el sueño de la Nación Arabe. Este sueño renace de sus cenizas cada vez que se agrava el problema palestino y que los Estados Unidos entran en guerra contra algún país musulmán. Hoy día, sin embargo, algunos intelectuales musulmanes consideran que no es necesario que la ‘Umma se realice políticamente, sino que basta la unificación espiritual.